sábado, 24 de noviembre de 2012

10. PARODIA DE DON JUAN TENORIO


Raimundo de Madrazo: María Guerrero como Doña Inés, 1891

Es una tradición española representar en noviembre –y más específicamente el día de los difuntos, el día 2- la obra de teatro Don Juan Tenorio, de José  Zorrilla. El protagonista  de este drama romántico es un personaje tan conocido en todo el mundo que se ha convertido en un arquetipo. En español incluso usamos la palabra donjuán para referirnos a un seductor de mujeres.

El personaje de Don Juan es una creación española. Según parece fue Tirso de Molina el creador definitivo del personaje, que ya tenía algunos antecedentes en la tradición literaria, en su obra El burlador de Sevilla y convidado de piedra de 1630.

Pero, como mencionamos antes, la versión más popular en los escenarios españoles es Don Juan Tenorio, de Zorrilla, escrita en 1844, que tiene un final muy distinto al de las versiones anteriores, en las cuales el burlador es castigado:en obra de Zorrilla, que se inscribe en el Romanticismo, el seductor es redimido por el amor puro y verdadero de Doña Inés.

En este enlace se puede leer un breve resumen con algunos fragmentos del Don Juan Tenorio de Zorrilla:

http://www.edu.xunta.es/centros/iesponteceso/system/files/ARGUMENTO+Y+FRAGMENTOS+DEL+DON+JUAN+TENORIO.pdf
Esta obra se hizo tan popular que algunas de sus redondillas más famosas, conocidas por todos, han sido parodiadas en incontables ocasiones. Un ejemplo: “¿No es verdad, ángel de amor/que en esta apartada orilla/se ha cagado una chiquilla/y hasta aquí llega el olor…?”

Otra parodia del Tenorio es la realizada por el cómico mexicano Roberto Bolaños, alias Chespirito, de la que podemos ver un fragmento en este enlace:

DON JUAN:
¿No es verdad, ángel de amor,

que en esta apartada orilla

los camiones de la villa

van frenando con motor?

Y la gente que pasea

por la ciudad todo el día,

¿no es verdad, paloma mía,

que están respirando smog?

El trabajo de redacción de la semana consiste en escoger un fragmento de Don Juan Tenorio, de al menos 16 versos (cuatro redondillas), y realizar una parodia, o sea, una versión humorística. Por supuesto, ha de estar, como la obra original, escrita en verso. Quien lo desee, puede hacerlo en colaboración con otro compañero (solo uno), siempre que la escena sea al menos el doble de larga, es decir, que tenga como mínimo 32 versos, y que intervengan en ella dos o más personajes. Y, por supuesto de forma voluntaria, los que lo hagan así podrán representarlo ante la clase . Mi sugerencia en tal caso es que utilicéis este fragmento de "la escena del sofá":


DON JUAN:

 

¡Ah! ¿No es cierto, ángel de amor,

que en esta apartada orilla

más pura la luna brilla

y se respira mejor?

Esta aura que vaga, llena

de los sencillos olores

de las campesinas flores

que brota esa orilla amena;

esa agua limpia y serena

que atraviesa sin temor

la barca del pescador

que espera cantando el día,

¿no es cierto, paloma mía,

que están respirando amor?

DOÑA INÉS:

¿Y qué he de hacer, ¡ay de mí!,

sino caer en vuestros brazos,

si el corazón en pedazos

me vais robando de aquí?

No, don Juan, en poder mío

resistirte no está ya:

yo voy a ti, como va

sorbido al mar ese río.

Tu presencia me enajena,

tus palabras me alucinan,

y tus ojos me fascinan,

y tu aliento me envenena.

¡Don Juan!, ¡don Juan!, yo lo imploro

de tu hidalga compasión

o arráncame el corazón,

o ámame, porque te adoro.

sábado, 17 de noviembre de 2012

9. LA MAGDALENA DE PROUST

Narración de un recuerdo a partir de una impresión sensorial.


Giuseppe de Nittis: Colazione in giardino (1883)

Marcel Proust (1871-1922) fue un escritor francés, autor de En busca del tiempo perdido, una serie de siete novelas por las que es reconocido como uno de los más grandes escritos de la Literatura Universal.

En la primera de ellas, Por el camino de Swann, aparece un conocido pasaje en el que, al probar el narrador una magdalena mojada en tila, se despiertan en su memoria, junto con el sabor de las que tomaba en su infancia en el pueblo de Combray, los recuerdos por mucho tiempo olvidados de cuando era niño.

Este fragmento muestra cómo a veces son las impresiones sensoriales más aparentemente insignificantes (un olor, una música, un sabor) los que abren las parcelas más olvidadas de la memoria.

La redacción de la semana consiste, pues, en narrar un recuerdo surgido de una sensación. Como el texto de Proust, se escribirá en primera persona. En el primer párrafo nos situaremos en el presente, donde, en contacto con el olor, la música, el sabor escogidos, despertarán en nosotros sensaciones internas que debemos describir y que nos transportarán a los recuerdos del pasado, que también evocaremos en nuestro texto.
 

"Hacía ya muchos años que no existía para mí de Combray más que el escenario y el drama del momento de acostarme, cuando un día de invierno, al volver a casa, mi madre, viendo que yo tenía frío, me propuso que tomara, en contra de mi costumbre, una taza de té. Primero dije que no, pero luego, sin saber por qué, volví a mi acuerdo. Mandó mi madre por uno de esos bollos, cortos y abultados, que llaman magdalenas, que parece que tienen por molde una valva de concha de peregrino. Y muy pronto, abrumado por el triste día que había pasado y por la perspectiva de otro tan melancólico por venir, me llevé a los labios una cucharada de té en el que había echado un trozo de magdalena. Pero en el mismo instante en que aquel trago, con las migas del bollo, tocó mi paladar, me estremecí, fija mi atención en algo extraordinario que ocurría en mi interior. Un placer delicioso me invadió, me aisló, sin noción de lo que lo causaba. [...]
 
¿De dónde podría venirme aquella alegría tan fuerte? Me daba cuenta de que iba unida al sabor del té y del bollo, pero le excedía en mucho, y no debía de ser de la misma naturaleza. ¿De dónde venía y qué significaba? ¿Cómo llegar a aprehenderlo? Bebo un segundo trago, que no me dice más que el primero; luego un tercero, que ya me dice un poco menos. Ya es hora de pararse, parece que la virtud del brebaje va aminorándose. Ya se ve claro que la verdad que yo busco no está en él, sino en mí. [...]Dejo la taza y me vuelvo hacia mi alma.[...] No sé. Ya no siento nada, se ha parado, quizá desciende otra vez, quién sabe si tornará a subir desde lo hondo de su noche. Hay que volver a empezar una y diez veces, hay que inclinarse en su busca. [...]
 

Y de pronto el recuerdo surge. Ese sabor es el que tenía el pedazo de  magdalena que mi tía Leoncia me ofrecía, después de mojado en su infusión de té o de tila, los domingos por la mañana en Combray (porque los domingos yo no salía hasta la hora de misa) cuando iba a darle los buenos días a su cuarto. Ver la magdalena no me había recordado nada, antes de que la probara; quizá porque, como había visto muchas sin comerlas, en las pastelerías, su imagen se había separado de aquellos días de Combray para enlazarse a otros más recientes; ¡quizá porque de esos recuerdos por tanto tiempo abandonados fuera de la memoria, no sobrevive nada y todo se va disgregando! [...]

En cuanto reconocí el sabor del pedazo de magdelena mojado en tila que mi tía me daba (aunque todavía no había descubierto y tardaría mucho en averiguar el porqué ese recuerdo me daba tanta dicha), la vieja casa gris con fachada a la calle, donde estaba su cuarto, vino como una decoración de teatro a ajustarse al pabelloncito del jardín que detrás de la fábrica principal se había construido para mis padres, y en donde estaba ese truncado lienzo de casa que yo únicamente recordaba hasta entonces; y con la casa vino el pueblo, desde la hora matinal hasta la vespertina y en todo tiempo, la plaza, adonde me mandaban antes de almorzar, y las calles por donde iba a hacer recados, y los caminos que seguíamos cuando hacía buen tiempo. Y como ese entretenimiento de los japoneses que meten en un cacharro de porcelana pedacitos de papel, al parecer, informes, que en cuanto se mojan empiezan a estirarse, a tomar forma, a colorearse y a distinguirse, convirtiéndose en flores, en casas, en personajes consistentes y cognoscibles, así ahora todas las flores de nuestro jardín y las del parque del señor Swann y las ninfeas del Vivonne y las buenas gentes del pueblo y sus viviendas chiquitas y la iglesia y Combray entero y sus alrededores, todo eso, pueblo y jardines, que va tomando forma y consistencia, sale de mi taza de té".

 

domingo, 11 de noviembre de 2012

8. PUBLICIDAD DE UN PRODUCTO

PUBLICIDAD DE UN PRODUCTO
Roy Lichtenstein: Mujer en el baño (1963)

El lenguaje se usa en muchas ocasiones para convencer a los demás. La redacción de esta semana consiste, precisamente, en explicar las características de un producto y tratar de convencer a los lectores de que lo compren. Actuaréis, pues, como redactores publicitarios.
Para conseguir vuestro objetivo debéis atraer la atención de los lectores, despertar su interés describiendo los beneficios  del producto, estimular su deseo de obtenerlo, convencerlos de que estos beneficios son verdaderos y útiles y, finalmente, lograr que pasen a la acción realizando el pedido.

Lo primero será inventar un producto, cuyas características deben ser, hasta cierto punto, verosímiles. Después, redactaréis un texto que contenga las siguientes partes:

Comenzaréis con un título que despierte en el lector la curiosidad por seguir leyendo.  Nadie va a leerlo si el título no engancha.

De forma opcional se puede incluir una imagen. Esto es secundario, lo más importante es que sean las palabras las que argumenten la venta.

Lo siguiente será un cuerpo argumentativo formado por varios párrafos. En ellos, con orden y buscando que el interés del lector no decaiga, hay que informar sobre el producto y posteriormente dar buenas razones para convencer de que este es útil y necesario.

 Atención: el lector no se fiará de una información que parezca falsa; un chollo extraordinario puede parecer un timo. Para dar buena impresión es imprescindible una redacción cuidada, correcta, con aspecto profesional y respetuosa con los lectores.

El estilo, para no aburrir, debe ser claro, ágil, variado y rítmico. Hay que intentar que el cliente potencial no deje de leer.

No conviene olvidar que las repeticiones, bien utilizadas, ayudan a la memoria a retener datos, y que las oraciones interrogativas y exclamativas hacen el discurso más entretenido y expresivo. El humor y la poesía siempre son atractivos: ayúdate de recursos literarios.

En el párrafo final, la conclusión, hay que incitar al receptor a la acción, es decir, a que dé el siguiente paso en el proceso de compra, ya sea enviando un cupón, llamando a un teléfono, yendo a una tienda, probando una muestra, viendo una demostración o simplemente creyendo el mensaje.

domingo, 4 de noviembre de 2012

7. SOSPECHOSOS

SOSPECHOSOS

Van Eyck: Retrato de un hombre con turbante (1443)

El testigo de un robo de joyas, que nunca hacía redacciones en su instituto, ha descrito al culpable como "un hombre joven, guapo, de ojos claros, facciones regulares y rasgos correctos y bonitos". Ha hablado también de color de pelo y de peinado, pero eso a la policía le ha dado igual, porque el estilo del pelo es tan fácil de cambiar como la ropa. Necesitamos que otro testigo, alguien con más precisión en el arte descriptivo, afine más y realice un retrato que permita la identificación del ladrón. Así que tu trabajo es ese: realizar un retrato de uno de los hombres de las fotografías. Tu descripción ha de ser tan precisa que los demás compañeros adivinen, al ser leída en voz alta, de cuál de los sospechosos se trata.

Recuerda la importancia del orden en la descripción, la utilización de adjetivos precisos y de las figuras literarias que veas convenientes. En un retrato es tan importante la prosopografía (descripción de rasgos físicos) como la etopeya (de rasgos psicológicos) del personaje. Puedes ser subjetivo e incluir en tu trabajo todo lo que el personaje te sugiera.