Vamos a leer varios
ejemplos de descripciones de animales fantásticos de distintas épocas para que
os sirvan de guía para vuestro trabajo de redacción, consistente en inventar y
describir una criatura imaginaria.
Esta descripción del
fénix está extraída de un
bestiario medieval:
El fénix es un ave más bella que el pavo, pues éste tiene alas
de oro y plata, pero aquél las tiene de jacinto y esmeralda, y va adornado con
los colores de todas las piedras preciosas de gran valor. En la cabeza lleva
una corona, y espuelas en los pies.
Mora en la India, vive quinientos años y se nutre del aire gracias a
los cedros del Líbano, sin comida ni bebida. Pero, después de quinientos años,
llena sus alas de aromas agradables y, cuando el sacerdote comienza el
sacrificio en Heliópolis, sale del nido y vuela hacia él.
Cada fénix es el único; vive para él solo, y no está comprometido por esponsales.
Viaja a la tierra de Egipto cada quinientos años, y lo ve el sacerdote
a mucha altura sobre el ara, mientras llega de Oriente. Y cuando llega, trae
bajo las alas canela perfumada y otras especias; recoge madera, la amontona
sobre el ara, se tumba de espaldas sobre la leña ardiente, y resulta quemado
del todo y convertido en cenizas. Y de las cenizas sale un gusano, que crece
hasta convertirse en un pajarillo, y al que salen alas; al tercer día recupera
su aspecto físico íntegro, y se transforma en el fénix completo y perfecto,
como lo era antes. Entonces, se pone en camino y vuela hacia la india, donde
vivía antes.
De
otro bestiario medieval es esta descripción de la mantícora, que está documentada desde el escritor latino Plinio el
Viejo:
En la India nace una bestia llamada mantícora. Tiene una triple fila de dientes que alternan entre sí; rostro de hombre, con ojos relucientes e inyectados en sangre; cuerpo de león; la cola, como el dardo de un escorpión; una voz chillona, tan sibilante, que evoca las notas de una flauta. Es ávida de carne humana, con auténtica voracidad. Sus patas son tan fuertes, sus saltos tan potentes, que ni el espacio más extenso, ni el obstáculo más elevado pueden detenerla.
Creo que es la misma bestia que Avicena llama Marion, y Maricomorion: con la cola, hiere a sus perseguidores, vengan por delante o por detrás; y cuando ha disparado sus púas, otras nuevas nacen en su lugar, derrotando así a todos los cazadores.
Y aunque la India esté llena de diversas fieras voraces, ninguna es designada con el nombre de Antropophagi, es decir, devoradores de hombres, a excepción de esta Mantichora.
La llaman también Martiora, que en lengua persa significa devorador de hombres.
El
repertorio de Borges que hemos citado antes contiene descripciones tan
sugerentes como las siguientes:
Cuando los hindúes capturan uno de sus cachorros, le hieren los cuartos traseros y la cola, para que jamás ‑vuelvan a crecerle afiladas púas; después, se doma sin peligro.
La llaman también Martiora, que en lengua persa significa devorador de hombres.
Los peritios habitan en la Atlántida y son mitad ciervos, mitad
aves. Tienen del ciervo la cabeza y las patas. En cuanto al cuerpo es un ave
perfecta con sus correspondientes alas y plumaje. Su más asombrosa
particularidad consiste en que, cuando les da el sol, en vez de proyectar la
sombra de su figura, proyectan la de un ser humano, de donde algunos concluyen
que los peritios son espíritus de individuos que murieron lejos de la
protección de los dioses.
Se los ha sorprendido alimentándose de tierra seca. Vuelan en
bandadas y se los h avisto a gran altura en las Columnas de Hércules.
Ellos (los peritios) son temibles enemigos del género humano.
Parece que cuando logran matar a un hombre, inmediatamente su sombra obedece a
su cuerpo y alcanzan el favor de los dioses.
La zona del squonk es muy
limitada. Fuera de Pennsylvania pocas personas han oído hablar de él, aunque se
dice que es bastante común en los cicutales de aquel Estado.
El squonk es muy hosco y
generalmente viaja a la hora del crepúsculo. La piel, que está cubierta de
verrugas y de lunares, no le calza bien; los mejores jueces declaran que es el más
desdichado de todos los animales.
Rastrearlo es fácil, porque
llora continuamente y deja una huella de lágrimas. Cuando lo acorralan y no
puede huir o cuando lo sorprenden y lo asustan se disuelve en lágrimas. Los
cazadores de squonks tienen más éxito en las noches de frío y de luna, cuando
las lágrimas caen despacio y al animal no le gusta moverse; su llanto se oye
bajo las ramas de los oscuros arbustos de cicuta.
El señor J. P. Wentling, antes
de Pennsylvania y ahora establecido en St. Anthony Park, Minnesota, tuvo una
triste experiencia con un squonk cerca de Monte Alto. Había remedado el llanto
del squonk y lo había inducido a meterse en una bolsa, que llevaba a su casa,
cuando de pronto el peso se aligeró y el llanto cesó. Wentling abrió la bolsa; sólo
quedaban lágrimas y burbujas. WILLIAM T. Cox: Fearsome Creatures of the
Lumberwoods. Washington, 1910.
Terminamos con una criatura de todos conocida, el dragón, también descrita en el bestiario de Borges:
UNA GRUESA y alta serpiente con
garras y alas es quizá la descripción más fiel del dragón. Puede ser negro,
pero conviene que también sea resplandeciente; asimismo suele exigirse que
exhale bocanadas de fuego y de humo. Lo anterior se refiere, naturalmente, a su imagen actual; los griegos
parecen haber aplicado su nombre a cualquier serpiente considerable. Plinio refiere que en el verano el dragón apetece la sangre del elefante, que es notablemente fría. Bruscamente lo ataca, se le enrosca y le clava los dientes. El elefante exangüe rueda por tierra y mue-re; también muere el dragón, aplastado por el peso de su adversario.
También leemos que los dragones de Etiopía, en busca de mejores pastos, suelen atravesar el mar Rojo y emigrar a Arabia. Para ejecutar esa hazaña, cuatro o cinco dragones se abrazan y forman una especie de embarcación, con las cabezas fuera del agua.
Otro capítulo hay dedicado a los remedios que se derivan del dragón. Ahí se lee que sus ojos, secados y batidos con miel, forman un linimento eficaz contralas pesadillas. La grasa del corazón del dragón guardada en la piel de una gacela y atada al brazo con los tendones de un ciervo asegura el éxito en los litigios; los dientes, asimismo atados al cuerpo, hacen que los amos sean indulgentes y los reyes graciosos. El texto menciona con escepticismo una preparación que hace invencibles a los hombres. Se elabora con pelo de león, con la médula de ese animal, con la espuma de un caballo que acaba de ganar una carrera, con las uñas de un perro y con la cola y la cabeza de un dragón.